¿Y si su silla fuera de compost? Esta es la pregunta que se plantea esta serie de experimentos con bancos producidos biológicamente que son más bien crecidos que fabricados. Juntos, Terreform ONE y Genspace han desarrollado dos sillas de bioplástico a través de procesos similares: uno, una chaise longue, está formado a partir de una serie de costillas blancas en forma paramétrica, con una tapa acolchada; la segunda, un asiento de bajo nivel para uso de niños, se compone de segmentos entrelazados que se pueden utilizar para girar la silla en diferentes formas.
Las sillas están hechas de Mycoform, un material que consta de sustrato micelio - una combinación de virutas de madera de desecho, yeso y alvado de avena, junto con Ganoderma lucidum, un hongo que es capaz de digerir estos productos de desecho y convertirlas en un material estructural resistente - rodeados por una piel externa de la celulosa bacteriana. Estos dos elementos se combinan para crear un material compuesto de plástico resistente adecuado para su uso no sólo en muebles, pero también potencialmente en la arquitectura.
Terreform ONE describe el proceso como "de baja tecnología, baja energía y libre de contaminación, ya que una vez que el mobiliario ha llegado al final de su vida útil se puede eliminar en cualquier entorno biológico y se descompondrá". Además, describen la tecnología como "fácilmente transferibles a los países en desarrollo", haciendo estos bancos una alternativa interesante a fabricación tradicional.
Diseñadores: Terreform ONE + Genspace
Principales Investigadores: Mitchell Joachim, Oliver Medvedik, Melanie Fessel
Créditos al equipo: Maria Aiolova, Ellen Jorgenson, Shruti Grover, James Schwartz, Josue Ledema, Tania Doles, Philip Weller, Greg Pucillo, Shivina Harjani, Jesse Hull, Peter Zhang, Matthew Tarpley, Amanda O’Keefe, Bahar Avanoglu, Ipek Avanoglu, Brent Solomon, Pedro Galindo-Landeira, Yinan Li, Sophie Fabbri